La libertad: algo que mucha gente piensa que tiene, pero que en realidad no la conocen.
La mayoría de las personas de a nuestro alrededor, tanto a las que conocemos como a las que no, seguramente piensan que son libres, pero, en realidad, no saben ni lo que significa, ya que a cualquiera que tú le preguntes dudará un poco antes de contestarte. Entonces, tú le dices "¿Pero cómo puedes ser libre si no sabes ni lo que significa?" a lo que el contesta "Yo soy libre porque quiero, y no me hace falta buscar el significado de una palabra. Además, no quiero perder el tiempo mirando un diccionario". Después de lo que ha dicho esa persona tú piensas: no ha querido buscar en el diccionario porque es su voluntad, porque lo ha elegido él mismo, o porque es esclavo de la pereza. Si la respuesta correcta fuese la segunda, cosa que tú das por obvio, entonces, aunque halla elegido la libertad, es esclavo de la pereza, por lo que ya no es libre.
Así pasa en muchas cosas, por ejemplo, entras en el comedor y hay de comida arroz con algo raro y de segundo panga (basado en una historia real), tú eliges no coger el panga, y te preguntas ¿No he cogido el panga debido a mi propia libertad o porque soy esclavo de mi paladar? En mi opinión, a veces dar demasiada libertad a gente que no sabe utilizarla, hace que esa persona sea más esclavo de sí mismo, de sus gustos.
Otro ejemplo. Vas a compra un móvil nuevo debido a que el tuyo se ha estropeado por meterte con él en la piscina, llegas y te encuentras en la vitrina más iluminada de El Corte Inglés un iPhone y un Samsung, uno junto al otro. ¿Cuál elegirías comprar? Claramente elegirías comprar el iPhone, ya que es el móvil que más prestigio tiene, con el que más te han bombardeado durante los anuncios, del que más se ha escucha hablar. Por lo tanto, aquí viene otra vez la pregunta, ¿hemos elegido nosotros comprar ese móvil, de verdad, o nos lo han impuesto los anuncios de la televisión?
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